¡Cuidado con los cruces!

 

 


 

          Los cruces son palabras resultantes de la fusión de otras dos que no forman sintagma.

          Como no sabemos en qué consiste eso de formar sintagma, lo explicaremos de una manera más sencilla: Los cruces son palabras que, como los políticos, empiezan diciendo una cosa y acaban diciendo otra. Vamos, que son engendros extraños y yuxtaposiciones.

          Por ejemplo: motel (motor + hotel).

          Estas palabras estarían bien y serían bienvenidas al acervo si no fuera porque son horrorosamente clasistas y discriminadoras. Defienden el Discurso de los Valores Dominantes, la prepotencia occidental, el neoliberalismo y la separación de clases. Porque si eres pobre y no tienes coche, lo del hotel de carretera no se te aplica. No hay andandotel, cochedesanfernandotel ni nada así.

          Ofimática se refiere a una oficina dotada de informática. Si tu empresa no tiene dinero para ordenadores y maneja bases de datos consistentes en fichas de cartulina ordenadas dentro de una caja de zapatos, no hay palabra para ello.

          Así, todo.

          Otro ejemplo de discriminación cultural en los cruces es spanglish, porque aprender inglés está de moda y si lo mezclas con tu lengua materna no se considera mal. Pero si mezclas otras dos lenguas, si dices que hablas vascoñés (vasco + francés), portuñol (portugués + español), turcuso (turco + ruso), griegúlgaro (griego + búlgaro), chinindi (chino + hindi), arabreo (árabe + hebreo) o swahilín (swahili + latín) lo más probable es que nadie te tome en serio.

          Lo mismo pasaría si quisieras hacer una combinación de territorios menores, como Asturicia (Asturias + Galicia), Cantaconia (Cantabria + Vasconia), Araguña (Aragón + Cataluña), Murlucía (Murcia + Andalucía), Extremilla (Extremadura + Castilla), etc.

          Sí consiguieron salirse con la suya los creadores del producto denominado tergal (poliéster + galo), porque era una cosa de fuera. Ahora imaginen que yo me pongo patriótico y quiero crear la palabra mazapedo, para referirme al mazapán de Toledo. ¿Creen ustedes sinceramente que tendría éxito y la Academia la aceptaría? Yo no soy demasiado optimista al respecto.

          Igual podría decirse de varios términos como vajete (navaja de Albacete), ensaiquina (ensaimada mallorquina), gazpluz (gazpacho andaluz) o micalavera (cerámica de Talavera).

En fin: inspirado por la existencia de este procedimiento semántico, estoy resuelto a ahorrar bastante saliva y tinta en lo que me que me queda de vida, empleando el mayor número posible de estos engendros. Empezaré con abraludo, mezcla de ‘abrazo’ y ‘saludo’, para despedirme en las cartas y ser formal y cariñoso al mismo tiempo: «Recibe un abraludo, de éste, que lo es... etc.»

          Tengo otros. Helos aquí en su contexto:

          «¡Eres un imbezúpido (imbécil y estúpido)!» Para insultar con eficacia.

          «Este domingo nos vamos de pasienda (paseo y merienda) y a ti te toca ocuparte de traer el tortino (tortilla y vino).» Estas palabras tienen el género de la que aparece en segundo lugar.

          «¡Ven! ¡Date prisa, que ya empieza el pronuncio (programa con anuncio)!» Porque en la «tele» es así.

          «Póngame una Coca-cola, un sándwich de queces (queso con nueces), otro de pimientún (pimiento con atún) y uno de polleicon (pollo con béicon).»

          «En mi pueblo tenemos un alcaldrón (alcalde ladrón).»

          «¿Te apetece un cafeche (cafe con leche) o un timón (té con limón)?»

          ¡Esto es apasionante y las posibilidades, infinitas!

          Así podemos hablar de un amigroce (amigo con derecho a roce), un politillo (político pagado con dinero de los ladrillos), un etícola (un etarra cavernícola), un perista (perito electricista), un periodón (periodista del corazón) o hasta de un auxivo (auxiliar administrativo), ahorrándonos muchas letras y tiempo en escribirlas o pronunciarlas.

          También sirve para ciudades: Buaires, Nuevork, Medampo (Medina del Campo), Taleina (Talavera de la Reina) o Comavia (Comodoro Rivadavia).

          Y no digamos para organismos y entidades: Ayudid (Ayuntamiento de Madrid), Musado (Museo del Prado), Bibal (Biblioteca Nacional) o Miura (Ministerio de Cultura, ¡qué ironía!).

         

 

 

 

 

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