Tijeras y palabras


Cuento de magos


          Querido diario:
          He hecho un descubrimiento tremendo. Lo reseño para la posteridad, aunque me salto algunas anotaciones privadas que a las gentes no les importan.
          Martes, 5 de abril. Estaba yo esta mañana consultando el diccionario para ver qué significaba la palabra ‘tigmotaxis’, que he leído no-sé-dónde y que me figuraba que era un camelo (no lo es: describe un tipo raro de acción motriz, pero esto no viene al caso), cuando se me ha caído sobre el libro un poco de café de la taza que sostenía. El líquido manchó por completo la entrada ‘tijera’; la dejó completamente tapada y emborronada.
          No me he preocupado mucho, porque yo ya sé desde hace tiempo lo que son unas tijeras y no es fácil que lo tenga que consultar en el diccionario.
          Viernes, 8. Es curioso, pero me he pasado media mañana buscando tijeras por toda la casa. Sé que tengo varias: las de papel, las de la caja de costura, las de la cocina... Pues bien: no he hallado ninguna.
          Por la tarde he salido a comprar otras, pero en la tienda de al lado no tenían, se les habían acabado al parecer. El dependiente estaba extrañado.
          Sábado, 9. ¡No hay tijeras en todo el mundo! Los periódicos, las televisiones lo han dicho. La humanidad está sorprendida y hace conjeturas. Los sabios del planeta se tiran de los pelos y no entienden nada. Ha habido varios suicidios.
          He corrido al diccionario y con un rotulador negro, he tachado la palabra ‘gotera’. He corrido al garaje. Las goteras ya no están.
          Si está pasando lo que imagino, tengo en mis manos el poder de arreglar el mundo y acabar con todas las lacras que lo estropean. Iniciaré una era de paz, prosperidad y felicidad que nadie nunca pudo imaginar.
          Pero tendré que mantener el secreto; obraré desde la clandestinidad, para que los gobiernos no me persigan para forzarme a hacer cosas, como pasa en las películas de ciencia-ficción. No me será difícil, porque ¿quién habría de imaginar que los cambios del mundo se inician en mi despacho? ¡Eso no se le habría ocurrido ni a Julio Verne!
          3 de agosto. No he tenido tiempo estos meses de ocuparme del diario. He estado haciendo cosas más interesantes.
          ¡Anda y no me he reído yo poco de muchos! Acabé con las guerras de un plumazo, cuando hice desaparecer todas las armas. Borré ‘pobreza’, ‘hambre’ y ‘paro’ del diccionario y el mundo todo fue próspero. Borré ‘delito’ y se volvió completamente honesto.
          A las gentes les he entrado fervor religioso. Todo se debe, dicen, a que Dios por fin ha perdonado a los hombres pecadores (¡ya iba siendo hora!) Yo, por mi parte, no he dicho ni «mu». Sigo en el anonimato y nunca, nunca revelaré la fuente de mi poder.
          25 de septiembre. Sigo haciendo tachaduras en pro del bienestar del hombre. Ya no hay enfermedades. No he tachado la palabra ‘muerte’, porque al cabo de unos años no cabríamos en el planeta, pero la vida es ahora para todos una fuente continua de placer. Ya no hay ‘odio’, ‘racismo’ ni todas esas cosas que nos hacían desgraciados. Y todo gracias a mí, el Benefactor Universal.
          11 de octubre. Me he permitido un ligero jueguecito para relajarme. ¡Qué risa! He tachado las palabras ‘sujetador’ y ‘sostén’ de mi diccionario vital. Ahora, todas las mujeres a las que veo me encandilan con la hermosa forma de sus pechos, que se marcan bajo las telas de sus blusas y vestidos. Me felicito a mí mismo por la idea y me propongo trabajar más en esta línea.
          21 de noviembre. He eliminado ‘pudor’, ‘vergüenza’, ‘recato’ y esas cosas que hacían que las mujeres nos hicieran sufrir a los hombres con sus desprecios. Ahora vivimos en una sociedad mucho más libre sexualmente y todos disfrutamos más de nuestros cuerpos. No yo, que vivo muy encerrado en mi casa y casi no salgo, sino los otros.
          1 de diciembre. Considerado el asunto, me parece que hay un exceso de varones en la población. Lo digo porque yo no consigo ligar, por mucho que lo intento. Siempre hay otros hombres que se me adelantan y se quedan con las chicas. Y eso que hice desaparecer la palabra ‘acné’ del diccionario y de mi rostro.
          7 de diciembre. He decidido cortar por lo sano. Y estuve a punto de suicidarme sin querer, borrando la palabra ‘hombres’. Por fortuna me di cuenta a tiempo de que yo también estaría incluido. Así es que tache ‘otros’ y ya, sobre el planeta, sólo hay muchas mujeres y yo. Excuso decirles cómo me voy a divertir.
          14 de diciembre. Muchas mujeres son inaguantables. Así es que he borrado ‘niñas’, ‘viejas’, ‘feas’, ‘tontas, ‘locas’ y también ‘pelirrojas’, ya que no me gustan demasiado. La población del planeta se ha reducido considerablemente y yo estoy gozando de la recompensa a mis acciones anteriores, porque no todo va a ser hacer cosas por los demás.
 

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