Los imbéciles que se bajan de los árboles



HOMENAJE POSTUMO A NICANOR PARRA (AUNQUE CON RETRASO. SE MURIÓ HACE YA DOS AÑOS, PERO ES QUE HASTA AHORA NO HE TENIDO UN RATITO LIBRE PARA OCUPARME DE ESTE TEMA.)






El mundo moderno nos abruma a maravillas y sorpresas:
los policías encapuchados,
los delincuentes mediáticos,
las cajas de muerte con elevalunas,
las hipotecas que te tratan de tú,
el teatro con tragasables y comefuegos,
los cibertontos y el sexo por teléfono,
los limbos que cierran por cambio de dueño,
los atropelladores huidores financiables,
el derecho a intoxicar al vecino,
el futuro en el poso,
la risa escatológica,
los paraísos cercanos,
las cámaras que me miran por las calles,
el arroz prefabricado,
los cretinos subvencionados,
la cultura del «se rompe y se tira»,
los médicos que se pasean con un papel en la mano,
las ofertas de espectáculos
y las propuestas de los artistas,
las guerras por si acaso,
los famosos sin oficio,
los portavoces insultadores profesionales,
los conservantes alimenticios,
las enciclopedias escritas por todos,
el fuego amigo,
las orejas de los pintores.
Todo esto gusta
a los imbéciles que se bajan de los árboles.

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