Señores: hay muchos libros, demasiados. Durante siglos las gentes se han venido entregando a una incontinencia léxica, a una orgía escritural sin límites y aquí nos encontramos nosotros, ciudadanos del siglo XXI, anegados en un mar de letras.
¡Hay que resistirse!
Yo, en pro de la brevedad, propongo la supresión inmediata y con efecto retroactivo de absolutamente todos los géneros literarios, salvo uno: el pareado, esa forma de verso tan menospreciada pero que, bien empleada, puede y debe bastar para resumir lo que cualquiera tenga que decir.
Como ejemplo, vean cómo un sencillo dístico es más que suficiente para sintetizar a cualquier filósofo pesado, alemanes incluidos:
Según lo que asegura el griego Thales
el orbe lleno está de agua a raudales.
*
Cuando Platón describe las ideas
nos dice que son cosas nada feas.
*
Ese tal Aristóteles decía
que en el mundo todo es categoría.
*
Que todo el universo es ser divino
aseguraba el bueno de Plotino.
*
A desacreditar al insensato
San Anselmo se dedicó un buen rato.
*
Dijo San Agustín: «Si yerro, existo»,
demostrando así ser bastante listo.
*
Occam a los bandidos aventaja
en la utilización de la navaja.
*
El señor Spinoza ha declarado
que el hombre es sólo Dios modificado.
*
«Tan cierto como dos y dos son cuatro,
(Schopenhauer) el mundo es un teatro.»
*
Feuerbach dice sin ningún rodeo
que él sólo cree en el humanismo ateo.
*
Compte decide, tras pensarlo un rato,
que si algo de valor hay, es el dato.
*
Heidegger en sus obras nos advierte
que el hombre es sólo un ser-para-la-muerte.
*
Sartre nos da su reflexión profunda:
la vida es una cosa nauseabunda.
Creo que como ejemplo son suficientes.
Reduciendo la literatura y el pensamiento a estas cantidades homeopáticas ayudaríamos a su correcta asimilación por el organismo y nuestra salud saldría ganando, con lo que viviríamos más años, que es de lo que esta vida trata en definitiva, ¿no es así?
No hay comentarios:
Publicar un comentario