Las canalladas de Billy, «El Niño»

 


Contaremos hoy la historia

de un afamado bandido

que, a diferencia de otros,

nunca jamás fue ministro,

consejero en hidroeléctricas

ni alcalde de ningún sitio.

 

Se trata de William Boney,

apodado «Billy, el Niño»,

que nació en mil ochocientos

cincuenta y nueve, en un sitio

muy cercano a Nueva York

y murió en Nuevo «Mejíco».

 

(Esta invención mía del desplazamiento del acento para hacer que rimen cosas que no rimaban ni a tiros es realmente útil y creo que hasta patentable.)

 

Cuentan que a los doce años

ya había apiolado a un tío

suyo, hermano de su madre,

porque el buen hombre no quiso

en un día de verano

comprarle un helado al crío.

Y éste se vengó, pegándole

un buen número de tiros

repartidos diestramente.

entre el cráneo y los tobillos

 

Así empezó su carrera

de malvado y forajido,

de pistolero y mangante,

de salteador y proscrito,

de asesino y de canalla,

de delincuente y cretino.

 

¿A cuántos hombres mató?

Dicen que a noventa y cinco.

¿Cuántos bancos asaltó?

Siete menos que infinitos.

¿A cuántas chicas violó?

A ninguna, porque el tipo

tenía gustos peculiares

que excitaban su libido

y las mujeres se hallaban

fuera de todo peligro.

 

¿Qué más se sabe del pavo?

Poca cosa: que era bizco,

también que los macarrones

le gustaban con delirio,

que el día que mataba a varios

dormía como un bendito,

que tenía un primo en Nevada,

que nunca usó logaritmos,

que nunca probó la horchata

ni nunca comió cocido,

que nunca dio para el Dómund

ni jamás leyó a Virgilio,

aunque al Dante sí (¡qué raro!),

y que le gustó muchísimo.

 

¿Tuvo fama? ¡Ya lo creo!

Salió en varios rollos fílmicos

de esos que llaman «películas»,

en comics y en muchos libros.

Hay una versión romántica

que dice que ese individuo

no fue un malvado; al contrario:

que ayudó a los oprimidos,

que fue un Robin Hood vaquero

de los Estados Unidos.

Pero, lamentablemente,

esto es un cuento falsísimo,

una patraña, un embuste,

una mentira y un timo;

mas como en U.S.A. no tienen

ningún personaje mítico

(salvo el borracho de Custer

al que mataron los indios)

de quien presumir, pues van

y cuentan un cuento chino.

 

La realidad es que Billy

fue un experto en latrocinios

y asesinaciones varias:

le importaban un comino

sus prójimos y sus prójimas

y hasta el precio del tocino.

Se dedicó simplemente

de lunes hasta domingo

a duelizar a mansalva,

a disparar con ahínco

y a hacerle muchos boquetes

a la gente en muchos sitios.

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