Reseña literaria
Como proemio a esta reseña del libro de Jerome David Salinger The Catcher on the Rye diré que en el TVE (Tratado de las Verdades del Escritor) —libro que aún no he escrito, pero que escribiré un día de estos— expondré algunas de tales verdades relativas a las reseñas, para uso y disfrute de mis queridos lectores. Son duras, pero todos somos adultos y hemos de mirar al mundo cara a cara, aunque nos asuste lo que veamos:
1ª VERDAD: Las reseñas de libros se hacen sin leer el libro.
Otra cosa sería poner en un serio aprieto a los recensores, a los que no les gusta leer y sólo lo hacen por un sueldo. Además, está la fuerza de la tradición: siempre se ha reseñado sin leer más que el texto de la solapa y, como mucho, la contraportada. De hecho, si las generaciones jóvenes de críticos necesitan leer un libro para poder reseñarlo, eso podría considerarse como un síntoma más de la decadencia de Occidente.
2ª VERDAD: Todos los libros reseñados son malos.
Esto es un axioma. Hay una ley universal que enuncia que, cuanto más inepto es un autor, más amiguetes tiene en sitios estratégicos. Los malos escritores tienen contactos inconfesables en las redacciones y piden la reseña como favor personal. Si la crítica es buena, podemos asegurar que alguien comerá marisco a cuenta del autor. Si al reseñador le gusta de verdad la literatura, probablemente escribirá él también y verá al autor como un molesto rival. Hablará mal de su libro, pero eso da igual: la mala publicidad no existe.
3ª VERDAD: Las reseñas de libros no sirven para nada.
Nadie compra un libro por una buena crítica. Está comprobado que los libros que más compra el público son aquellos que están situados más cerca de la zona de las verduras en los hipermercados. Los que se hallan cerca de las cajas registradoras van en segundo lugar. Y en las librerías venden más aquellos cuyos editores han alquilado un metro cúbico de universo para poner allí unos miles de ejemplares y abrumar a los tontos que no leen, pero que compran libros para regalar (a otras personas que tampoco los leen).
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Pasemos ya al análisis del libro que nos ocupa, iniciado con mención de algunas incongruencias y otras tantas preguntas capciosas sobre el clásico del siglo XX titulado El guardián entre el centeno.
Lo más interesante sería saber por qué Mark Chapman llevaba un ejemplar de este libro debajo del brazo cuando se cargó a John Lennon de dos tiros certeros (¿o fueron tres?). Pero éste es uno de los misterios ignotos del universo («Misterios ignotos», ¡qué redundancia más tonta la que se me ha colado aquí!).
El autor jamás se presentó ante un medio de comunicación ni concedió una entrevista. Eso salimos ganando todos. Así es que no se sabe nada de él, salvo que la novela fuera autobiográfica. En ese caso sí sabríamos quién era Salinger: un majadero.
Sí, porque el protagonista oscila entre muchas cosas sin mostrar opinión ni gusto por ninguna. No se sabe lo que quiere o si quiere algo en absoluto. Las palabras que mejor lo definen son «dificultades», «trompicones», «incertidumbre», «contradicción» y «deriva».
La traducción del título original tampoco es que me haga muy feliz. ‘Catcher’ (un término al parecer del béisbol) es «cogedor» no «guardián» y su sentido no se entiende. ¿Qué coge o guarda? ¿Qué tiene que ver el centeno? ¿Por qué no salvado? ¿O harina de trigo para repostería, simplemente?
Tenemos la impresión de que, como los EE.UU. aún no han producido la «Gran Novela Americana», se le da excesiva importancia a todo lo que sale, por si la opinión pública mundial se lo traga y cuela. La obra se ha leído mucho, sí, pero francamente dudamos que le haya gustado de verdad a alguien. Pero es una de esas obras a las que nadie se atreve a atacar, aunque no se sabe aún si se trata de la gran obra clásica de la literatura juvenil o una porquería sobrevalorada. Sin embargo, miles de jóvenes y jóvenas de todo el mundo se identifican con ella, lo que nos lleva a deducir que miles de jóvenes y jóvenas de todo el mundo son bastante besugos (y besugas).
Yo, si tuviera que escoger una novela clásica para adolescentes, elegiría con los ojos cerrados y sin pensármelo un minuto Cinco semanas en globo de don Julio Verne.
Otros datos curiosos:
El protagonista, Hauden Cauldfield, es el prototipo del joven rebelde, pero no sabemos contra qué se rebela.
La obra se escribió entre 1945 y 1951 y describe lo sucedido durante un fin de semana, lo cual, para seis años de escritura, no es cundir mucho.
Salinger no publicó ninguna otra cosa importante en su vida, bien porque no quiso, bien porque no tenía nada más que decir o bien porque su negro se marchó de improviso incurriendo en flagrante incumplimiento de contrato.
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