Un espía en el aire

 

 

Locutor: Hay que reconocer que Gallud Jardiel es formal dentro de su informalidad. Ya saben nuestros oyentes que estamos hablando de un señor que es el colaborador oficial de este programa (porque nos lo ha impuesto la cadena, no por elección nuestra) y que no viene nunca por aquí, sino que cada semana nos manda a un sustituto a cubrir su espacio. El caso es que siempre lo manda; por eso decimos que es formal dentro de su informalidad. Ahí fuera tenemos esperando a un francés con gabardina que se ha negado en redondo a decir su nombre. Suponemos que viene para intervenir en el programa de hoy, que ilustrará a nuestros radioyentes sobre los agentes de inteligencia que hacen labor de campo: de los espías, vaya. Vamos a hacer pasar al individuo en cuestión a ver si nos aclara algo más. Pase usted, haga el favor. Siéntese aquí.

Espía: Muchas ggasias.

Locutor: Viene usted de parte de Gallud Jardiel, ¿no es así?

Espía: ¿De quién?

 Locutor: ¿De Gallud Jardiel?

Espía: No tengo el plaseg de conoceg a ese señog.

Locutor: No, ni nosotros tampoco, se lo juro. Pero, si no le he mandado él, ¿cómo es que está usted aquí?

Espía: Le esplicagé. Yo encontgé anoché a mi domisilio, ensima de la cómoda, una nota cifgada, escgita con clave. Estaba una clave muy facíl, un niño podgía desifgagla. Me indicaba que debía venig hoy aquí a hablag de mi pgofesión y que algo muy desaggadable, incluso violento, podgía ocuggigme si no lo hasía. Pog eso, y como pgecausión, he acudido y me pongo entegamente a su disposisión.

Locutor: ¡Hay que ver cómo se las ingenia el Gallud Jardiel para no venir a trabajar! En fin: sea como fuere podremos hacer el programa. Ante todo, y ya que no nos conocíamos, díganos con quién tenemos el gusto...

Espía: Me pegmitigán que pgesegve mi anonimato. Yo soy dispuesto a ilustgagles en lo que quiegan, pego no digé quién soy.

Locutor: ¿Y eso?

Espía: Está un tema labogal. A nuestga pgofesión, toda pgecaución es poca.

Locutor: Pero no hay que exagerar...

Espía: No es exagegasión. Uno se juega la vida. Lo que pasa es que la gente ha visto muchas películas del inglés ése estúpido, de James Bond y ha adquigido una idea equivocada de cómo somos los que nos dedicamos a este ofisio. El pgoductog de sus películas... ése que tiene nombge de hogtaliza...

Locutor: ¿Quién?

Espía: No gecuegdo ahoga su nombge... ¡Ah, sí! ¡Bgócoli!

Locutor: Será Breccoli.

Espía: Está lo mismo. Bueno, él ha mostgado una gealidá distogsionada del ofisio y ha hecho mucho daño. El que escgibe los guiones de las películas (Ian Fleming o su nieto, pogque el hombge ya tendgá sus añitos), también lo ha hecho. Su tgatamiento del tema de los espías está puegil. Tomemos, pog ejemplo y ya que ha salido a gelucir, la cuestión de dag el nombge.

Locutor: ¿Qué pasa con dar el nombre?

Espía: Pues que Jaime... Le llamagé Jaime, que es como se dise en español, ¿no es así? Jaime Bono del Tesogo, pogque ésa está la tgaducsión del nombge. Pues bien, Jaime se empeña en decig su nombge siempge. Está un agente secgeto muy poco secgeto. La chica a la que se lo dise le contesta: «Llámame Kitty» (o Flicky, o Spagky, da igual) y él le gesponde: «Puedes llamagme Bond. James Bond.» Ahoga bien: ¿Se imaginan ustedes eso en otgo idioma? ¿Poneg caga integesante y decig «Puedes llamagme Dupond, Jean-Piegge Dupond»? ¿O «Puedes llamagme Ceggillo, José Miguel Ceggillo, o Menéndez, o Pla, o lo que sea?

Locutor: Visto así no tiene demasiado glamour, en efecto.

Espía: No está sólo un pgoblema de elegancia. Tgas esta identificasión y otgas muchas, clago está, le descubgen. Se pgesenta ante el malo fingiendo quegeg compgagle la cuadga de caballos o un micgochip asesino y no le duga el incógnito ni el tiempo de tomagse un té bgitánico. El malo le geconose enseguida. Vamos, que tiene paga entonces un dossieg completo de Bond con foto gesiente.

Locutor: Ya. Entiendo, pues, que las películas son completa fantasía y que la vida cotidiana y el trabajo de un espía son muy distintos.

Espía: Usted lo ha dicho. Así es que voy a enumegag los aspectos de nuestgo tgabajo que no coinsiden con la ficsión. Fíjese, pog ejemplo, en los escenagios de las películas. Siempge hay dos países. Y la gegla es: 1) que todos son lejos unos de otgos; y 2) que tienen climas opuestos. (Islandia y el sug de Chile, pog ejemplo, no valen.) Así, si vemos a Bond a Gusia, sabemos que luego igá al Cagibe. Si está a la Fgans, apagecegá a la China y así susesivamente. En la gealidad esto no es pgáctico. Paga empezag, los agentes suelen estag siempge al mismo país, más que nada pogque no pueden apgendeg tantos idiomas. Además, siendo siempge al mismo país se les saca más gendimientos a los bonos de tganspogte paga el metgo y el autobús.

 

Locutor: ¿El autobús? ¿Los espías van en autobús?

Espía: Es más disimulado. Y puedes bajagte cuando quiegas sin más. Con un taxi has de espegag a que te den el cambio.

Locutor: James Bond siempre les deja el cambio como propina.

Espía: Si hases eso a la vida real, te quedas sin empleo en menos que un gallo se pone a cantag.

Locutor: ¿Cómo está el asunto del dinero?

Espía: Es complicado; el manejo del dinego está complicado. Y dificulta mucho los seguimientos.

Locutor: ¿Y eso?

Espía: Supongamos que hay que espiag a un señog. Pues no se puede haceg desde una mesa a la teggaza de un café. Pogque si se va de gepente, tú tienes que espegag a que te tgaigan la cuenta y asegugagte de que tiene todos los datos coggectos. Si no lo hases así, luego no te geiteggan el dinego. Tampoco puedes espiag desde dentgo de un coche apagcado, pues a las ggandes capitales suele habeg sona asul y la vigilansia le sale muy caga al segvicio secgeto de tu país.

Locutor: ¡Qué cosas! ¡Nunca lo había imaginado.

Espía: Luego es el tema de la gopa. Hay que vestig siempge con gopa gaída, pego no demasiado. Ni muy nueva ni muy vieja, paga no llamag la atensión. Se gecomiendan los tonos ggises y pagdos paga no destacag. Y si el espía es... ¿cómo disen a España?, ¿una magiposa ggande?

Locutor: Un mariposón.

Espía: Esacto. Si está magiposón y se empeña en vestig de gosa u otgo tono chillón, entonses le pueden despedig, pog incumplimiento de contgato. De hecho, a la Fgans los agentes secgetos suelen gecibig con la nómina un plus de sigilosidad.

Locutor: ¿Un plus de sigilosidad?

Espía: Sí. Les pagan más si pasan inadvegtidos. Si nadie a la centgal de inteligensia los ha visto en los últimos días, les pagan. Si alguien gecuegda habegles visto gecientemente, es que no han sido bastante sigilosos y se les quita el insentivo.

Locutor: Aquí en España yo sé de muchos funcionarios que podrían cobrar perfectamente ese plus por no ser vistos.

Espía: Otga estupidez que me igita pgofundamente...

Locutor: ¿Que le qué?

Espía: Que me igita. Que me enfada.

Locutor: ¡Ah! Que le irrita.

Espía: Eso he dicho. Algo que me enoja de las películas de James Bond está que su segvicio secgeto le pgopogciona muchos cachivaches y pagece obligatogio que los use. ¿No lo han advegtido nunca? Si al pgincipio de la película le dan un geloj que abge automáticamente las compuegtas de una cámaga acogasada colog magenta, inevitablemente Bond se enfgentagá a una cámaga acogazada del susodicho colog. Si tiene un coche que se desliza pog la nieve, lo usagá, aunque el malo tenga su cuagtel genegal a Maggaquech y sea agosto. No pasa nada. El malo decidigá ig de vacasiones a los Alpes dolomíticos y Bond se lo encontgagá allí con la sufisiente nieve paga gentabilizag la invegsión del coche.

Locutor: Es cierto.

Espía: A la gealidad nosotgos no tenemos nada. Paga hablag entge nosotgos usamos unos integcomunicadoges que funsionan peog que un teléfono móvil nogmal, pues coges un montón de güidos de algededog y tienes que estag continuamente cambiando de fgecuencia.

Locutor: ¿Y por qué no usan entonces el móvil?

Espía: Pogque si llamas por el móvil, la llamada la tienes que pagag tú de tu bolsillo. Pog lo menos, eso susede a la Fgans. A España no sé.

Locutor: Creo que aquí somos más generosos gastándonos el dinero de los contribuyentes.

Espía: Y luego las películas están completamente amogales. Bond tiene «lisensia paga matag». Eso es maldad en estado pugo. Además, él la usa a placeg, pego, ¿quién ha sido el monstguo de liviandad que se la ha dado? ¿La geina de Inglategga? Suponemos que sí. Y Bond obedese sin pestañeag y mata a todo el que es a su camino, que suelen seg siempge matones a sueldo de poca impogtansia. Pego él los mata aleggemente. Vamos: que es un facha de mucho cuidado. A la vida geal nosotgos no podemos dispagag facílmente. Tenemos que espegag a que nos dispagen antes. Incluso así, ningún agente secgeto quiege dispagag a la vida geal.

Locutor: ¿Y eso por qué?

Espía: Pogque cada ves que usas el agma, tienes que gellenag luego un ggan montón de papeles bugocgáticos y de impgesos. Tienes que declagag muchas veses delante de tus supegioges e ig al psicólogo dugante meses entegos. Todo el mundo te miga con sospecha, como si fuegas un maníaco. Cgéame, es mejog no dispagag.

Locutor: ¿Y si el malo es escapa?

Espía: ¡Qué se le va a haceg! Ya se le volvegá a encontgag. Como disen ustedes a la España: «Hay una salchicha paga cada día y todavía te sobgan salchichas».

Locutor: En realidad es «Hay más días que longanizas».

Espía: Bueno, viene a estag lo mismo, ¿no? Bond, además, tiene un ego muy ggande y en ves de pasag inadvegtido quiege destacag, como ya le he dicho. Entga a un bag y pide un Magtini gemovido, no agitado. Y, ¡clago!, el camagego que es allí no se olvida nunca de un cliente tan cgetino. Pogque tanto si gemueves un Magtini como si lo agitas, sabe exactamente igual. Lo sé pogque lo he compgobado expgesamente paga podeg desiglo con conosimiento de causa. Su vanidad llega a límites extgemos. Se habgán fijado en que, después de vapuleag a un malo y dejaglo sin sentido, dise siempge una u otga fgasecilla con supuesta ggasia, sin que haya delante nadie paga oígle (salvo los espectadoges del sine y ésos no cuentan). O sea, que se hace ggacia él solo. Está de esas pegsonas detestables a las que sólo les gusta oíg su pgopia vos.

Locutor: Tiene usted razón. Siga contándonos cosas.

Espía: Bond es un asquegoso consumista. Cuando pelea con los malos se pginga de baggo con mucha fasilidad y no lava nada. Enseguida le vemos a su habitasión del hotel con tges camisas nuevas, envueltas en papel de selofán, junto a una botella de champagne. ¿Quién paga todo eso? El sufgido contgibuyente.

Locutor: Creo que lo que pasa es que usted le tiene envidia, por liga mucho. En realidad creo que a todos los agentes secretos les gustaría hacer todo lo que hace James Bond.

Espía: No, pogque acabagíamos contagiándonos de una enfegmedad de tgansmisión sesual. Eso estaría algo inevitable.

Locutor: Bien; dejemos ahora a Bond en paz y háblenos de qué cualidades se precisan para triunfar en la profesión.

Espía: Hay que seg muy bueno con los idiomas extganjegos. Yo, pog ejemplo, y como habgán podido ustedes obsegvag hablo a la pegfecsión la lengua de Cegvantes. Pog eso yo soy a España, donde soy destinado. Aunque no soy pegmitido de decigles mi nombge, sí les digé que poseo una falsa documentasión en donde consta que yo estoy nacido a un puebo cegca de Sagagosa. Yo puedo pasag pegfectamente pog español sin que nadie me descubga. Eso es vital, pogque si algunas pegsonas descubgiegan que mi identidad está falsa, peliggagía mi vida.

Locutor: Le deseamos mucha suerte.

Espía: Lo malo del ofisio de espía es la constante tensión, que pgovoca sevegas enfegmedades del cogasón. Yo, aunque soy gelativamente joven, tengo que tomag un montón de compgimidos diagiamente, paga sopogtag la pgesión.

Locutor: Tratemos ahora de los distintos servicios secretos del mundo. ¿Cuál se considera el mejor informado?

Espía: Está el segvicio secgeto del Vaticano, sin dudag.

Locutor: Pero ¿eso existe?

Espía: ¿Vuelan los pájagos? Quegido amigo: su candides está conmovedoga.

Locutor: ¿Y cuál es el más eficaz?

Espía: Todo el mundo coincide en que el más eficás está el Mossad isgaelí. Pego ellos quisiegon cogeg a Adolf Eichmann y jusgagle pog sus hoggendos cgímenes de guegga. Y le cogiegon, sí. Pego tagdagon nada menos que diesiocho años. Y eso que ellos están los mejoges segvisios secgetos. Imagínense cómo están los otgos segvisios.

Locutor: La CIA tiene buena fama. Es decir: tiene mala fama, porque está espiando a toda Europa, pero tiene fama, vaya. Que parece que hace cosas.

Espía: Gecuegde que en el onse-M los difegentes segvisios secgetos nogteamegicanos no compagtiegon la infogmasión que tenían sobge los ataques de los teggogistas. Si hubiegan puesto en común sus bases de datos, podgían habeg evitado la catástgofe.

Locutor: ¿Y por qué cree usted que no lo hicieron?

Espía: Pogque un segvisio secgeto, pog definisión, es secgeto. Nadie quiege que alguien sepa algo que no nesesita sabeg. Es muy complicado sabeg qué nesesita sabeg el que nesesita sabeg algo. No puede sabegse.

Locutor: Me estoy liando. ¿Puede ser más explícito?

Espía: Si usted me hase una pgegunta cualquiega, yo tengo que decidig qué gespuesta le doy, qué está lo que usted nesesita sabeg o cuál es la infogmación impogtante. Ante la duda de si decigle o no una cosa, no se la digo, pog si acaso.

 

Locutor: ¿Y no pueden todos los involucrados saber todo al respecto de algo?

Espía: ¿Todo? No se puede desig todo. No es pgáctico. Le pondgé un ejemplo. Hágame una pgegunta cualquiega.

Locutor: Voy: ¿qué está haciendo el servicio secreto francés en la actualidad?

Espía: Estamos cambiando las moquetas del tegceg piso de nuestga sede. Hemos compgado una ggan gemesa de clips paga las ofisinas y también tinta paga las impgesogas.

Locutor: ¿Y eso qué tiene que ver? Eso no es importante.

Espía: Clago. Alguien tiene que decidig qué infogmasión dag y cuál no dag. ¿Lo ve? En el caso del onse-M todas las agensias desidiegon no contag a las otgas mil pequeños detalles, pogque los considegagon poco gelevantes. Pego la infogmasión era a su podeg.

Locutor: ¿Y de la antigua KGB, qué nos puede decir?

Espía: Que sus antiguos agentes tgabajan ahoga mayogitagiamente como pogtegos de discoteca.

Locutor: ¿Qué otros servicios secretos destacan en el mundo?

Espía: Es el alemán.

Locutor: ¿Cómo se llama?

Espía: Lo siento mucho. No lo puedo pgonunciag coggectamente.

Locutor: Venga: inténtelo.

Espía: Es algo así como Bundesnach... Bundesnachgichtendienst. ¡Uf! Lo he dicho.

Locutor: Háblenos de algunos espías famosos.

Espía: Ustedes tuviegon uno muy destacado a la España. El escgitog Fgansisco de Quevedó a quien encomendaban misiones diplomáticas, políticas y de lo que hoy llamagíamos «contgaespionaje». Paga defendeg Nápoles tuvo que intgigag contga Venesia y tomag pagte en una conjuga, destinada a apodegagse de la siudad mediante un audas golpe de mano. La conjuga fgacasó ggacias a las habilidades del segvisio de inteligensia veneciano y Quevedó, paga salvag la vida, tuvo que huig disfgasado de mendigo y hasiéndose pasag pog italiano, lo que consiguió ggasias a su dominio de esa lengua.

Locutor: ¿Y más actuales?

Espía: Está Mata Hagi, que se hasía pasag pog bailagina esótica y se acostaba con todos los que podía. Hay un espía español, Joan Pujol, que hiso cgeeg a Hitleg que el desembagco a Nogmandía se hagía al puegto de Calé. Tenemos al llamado «gagganta pgofunda», cuyos testimonios obligagon a dimitig a Gichagd Nison. O Kim Philby, un inglés que espió paga los gusos dugante tgeinta años y les pgopogsionó infogmasión sobge el agsenal atómico nogteamegicano sin seg descubiegto.

Locutor: ¿Cómo pudo pasar una cosa así?

Espía: Pogque había estudiado a Oxfogd y ningún inglés puede sospechag de nadie que haya estudiado a Oxfogd o Cambgidge. Estaba uno de los suyos y los ingleses están muy suyos y no sospechan de los suyos.

Locutor: Tenemos todavía muchas preguntas que hacerle. ¿Puede usted hablarnos...?

Espía: Pegdone. ¿Podgían dagme un vaso de agua?

Locutor: Sí, claro.

Espía: Es que a esta hoga tengo que tomag una pastilla, como ya le dije antes, paga el cogasón.

Locutor: Adelante.

Espía: Segá sólo un instante. (Se le oye beber. Pausa.) Ya está. Ggacias. ¿Qué me estaba pgeguntando?

Locutor: Queríamos saber...

Espía: ¡Aggggg! ¡Agggg! No me encuentgo bien. Tengo un fuegte dolog gepentino al estómago. Soy soy enfegmo, pienso.

Locutor: ¿Qué le pasa?

Espía: ¡Hoggog! Me temo que yo he sido confundido y me he tgagado por eggor la cápsula de sianuro que los espías llevamos siempge ensima para suisidagnos a un caso de emeggencia.

Locutor: ¡No, hombre! Si se hubiera usted tomado cianuro, ya estaría muerto. Su efecto es prácticamente inmediato.

Espía: Es que quisá, en ves de sianuro, me hayan dado una cápsula de un veneno más bagato. A la Frans también se hacen gecogtes, con esto de la cgisis. ¡Ay!

Locutor: Dí que llamen al Samur.

Espía: ¡Aaaaaaay! ¡Yo soy muegto!

Locutor: Ahora enseguida vendrá una ambulancia. Pero, entretanto, haga usted el favor, si no le importa, de morirse ahí fuera, en el pasillo. No comprometa a la emisora, ¡por Dios!

Espía: ¡Qué dolog! ¡Es insopogtable! ¡Agggggg! (Pausa larga. Sale y cierra la puerta.)

Locutor: Ya nuestros efectivos de seguridad se han llevado a este señor y le dejarán ahí fuera, en el aparcamiento, hasta que llegue ayuda. Ya les contaremos en qué para todo esto. Es lamentable no haber podido acabar de tratar el tema que nos ocupaba hoy, pero la vida sigue y hemos de continuar con nuestro programa.


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