El bacalao en la literatura medieval y renacentista




(Reseña erudita)
Si se recuerdan los libros de Vicente Gutiérrez, que ya otras veces ha tenido la ocurrencia de escribir sobre aspectos más o menos literarios, se verá que el tema del bacalao es de gran importancia para todo aquel que se halle interesado en él, no tanto para los que no lo estén. Su último estudio, que hoy reseñamos, Los bacalaos en la literatura medieval y renacentista española, es una buena muestra de ello.
          Numerosos ensayos existen sobre el bacalao en el siglo xix, en el que se hacían frecuentes alusiones a este manjar, como la del famoso Mesonero Romanos, que no podía dejar de incluir los bacalaos en sus obras. Pero, hasta hace poco, nadie se había preocupado por la época renacentista en la que, como dice Gutiérrez en su libro, «...abundaban los bacalaos en la literatura como si la literatura fuese una tienda de ultramarinos». El autor incluye en su libro numerosas alusiones al bacalao porque, como nos dice: «¡Cuántas veces se halla el bacalao en la lengua, en la lengua castellana!» Se podrían ver algunos ejemplos tomados del libro de Gutiérrez. Véase al Arcipreste:

Plázenme las mugeres, oyd mi confessión;
me plazen más qu'el vino tintorro peleón.
Más que ellas sólo hay cossa que em faz más ilussión
e es tomar por almuerço bacalao en sazón. (Libro de buen amor).

          También en los temas campestres se halla, como en la famosa «Serranilla» del Marqués de Santillana:

Fuime a su cobacha
¡ójala no fuera!
porque es que una facha
la serrana era;
mas por que agradado
della me quedase
y no me marchase
me dio un bacalado,
con lo que, por gusto
hube de quedarme
a tranquilizarme
del pasado susto,
que, entre cosas mil,
no hay manjar terreno
que me esté más bueno
que aqueste al pil pil.

También Rojas hace acertadas alusiones:

CELESTINA.—¡Mala sarna te coma, Sempronio, hideputa, que del mercado viniste y el bacalao olvidaste! Pero luego de la olla no se te va la cabeza, que como en mozas no sea, otra cosa no piensas; como cuando eras chico, que, de haberte criado como madre, me acuerdo. Pues has de saber que, como decía mi abuela, la olla sin bacalao es como la doncella sin su menester, que ni ha sabor, ni de nada sirve; y a la doncella, la madre Celestina está y la compondrá, pero a la olla, ¿quien, por mi vida?» (Tragicomedia de Calixto y Melibea, Acto XVI)

Y la Santa:

Señor, yo pobre, inculta y solamente devota, ¿qué puedo decir, sino que allí estáis, como en todos lugares, entre los pucheros, entre las cacerolas del convento? Y escandalícense los que oyeren, pero crean luego, y proclamen Tu gloria a los cuatro vientos, que desde el bello Ángel de Vuestro reino al sencillo bacalao de nuestra colación, todos han salido de Tus manos... (Las moradas)

Y, finalmente, el gran Don Vicente de Cervantes Saavedra, que tanto los añoró en la prisión de Argel, pone estas frases en boca de su inmortal Sancho:

—Señor, atended a razones, que es impropio de caballeros de ingenio como v.m. no fiar de los que bien le aconsejaren; que dicen en mi lugar: «El bacalao y la razón, tomarlos con precaución»; que si la razón no viene al pelo, necia es, pero sabia si se expresa en su punto, como el bacalao, que en sazón no está si no se adoba a tiempo, pero si sí, «Fríelo en aceite y hallarás deleite» que dijo el otro; que son las razones como los bacalaos, que a veces son salados y a veces no; conque... aplíquese v.m. el cuento que yo bastante hice con referirlo. (El ingenioso hidalgo... Cap. XXI)


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