Heoricidades del general Custer





Cantar de gesta yanqui

          En la famosa batalla de Little Big Horn («Pequeño gran cuerno» ¡Eh! ¿Cómo? ¿Qué porquería de traducción es ésa? No, si la traducción está bien. Pero, entonces, ¿qué clase de nombre es ése? Estos americanos, tan absurdos como siempre.)
          En aquella famosa batalla —decíamos— los guerreros sioux (y también algunos comanches que estaban de visita y a los que se invitó a participar en la juerga), masacraron al Séptimo de Caballería un 25 de junio de 1876 (que amaneció nublado, aunque luego se despejó).
          Contemos, para ilustración de nuestros lectores, cómo y por qué sucedió la cosa. Y hagámoslo desglosando un poco.

Protagonista 1º:  George Armstrong Custer, que siempre hizo por tener fama de duro, quizá para compensar que en el colegio, para tomarle el pelo, los compañeros pronunciaban su apellido como Custard («natillas»). A decir de sus arruinados biógrafos (porque los libros sobre su vida no se vendieron casi nada), era hombre al que no le gustaba nada obedecer, por lo que ingresó en el ejército para defender ese adagio latino tan famoso que ahora no recuerdo pero que dice que el hombre es un animal absurdo. Se dejó desmesuradamente largo su sedoso cabello de color pajizo, por lo que los cheyennes le conocían como Tsêhe’êsta’éhe, que significa «el blanco que se lava menos que los otros».

Protagonista 2º: Toro Apeado (porque, cuando se bajaba del caballo, ya no tenía sentido llamarle Toro Sentado).

Protagonista 3º: Nube Roja, sioux de gustos un tanto más delicados que los de sus compañeros de masacres (¿Ven con qué elegancia he dicho lo que quería decir?)

Protagonista 4º: Caballo Loco, que no era Tiro Loco McGraw (el amigo de Huckleberry Hound), sino un caudillo sanguinario, llamado así porque le gustaban mucho las alcachofas fritas (no sabemos qué tiene que ver esto con que llamaran lo del caballo, pero es que el hombre blanco nunca ha conseguido entender por entero a los pueblos indígenas).

Campo de batalla: Los alrededores que estaban en la vecindad de las cercanías próximas a las inmediaciones limítrofes y contiguas que había junto a los confines propincuos y adyacentes a las riberas del río Little Big Horn. (¡Uf!)

Razones socio-políticas del conflicto: «Quítate tú para ponerme yo». El Presidente Grant quiso reservar a los indios (léase «meterlos en reservas») y los indios dijeron que a la reserva iba a ir Mrs. Catherine Pomfried (la tía del Presidente Grant). Se envió una expedición de castigo contra los cheyennes, organizada por un burócrata que no tenía ni idea del tema (¿les suena esto de algo?).

Suceso concreto: Los indios les sacudieron a base de bien a los del 7º de Caballería.

Cochinadas: Custer, arrinconado, mandó a sus hombres que mataran a sus propios caballos para que les sirvieran de parapeto o trinchera. (A partir de aquí, las tropas de Custer dejan de darnos pena.)

Consecuencias: Los indios mataron a Custer, que murió, quedando completamente muerto.
Los otros valientes estadounidenses murieron con las botas puestas (aunque luego los sioux se las quitaron para cocinarlas).
          No hubo supervivientes, a excepción de un caballo yanqui, al que se consideró héroe nacional, se disecó y se exhibió en la Universidad de Kansas. (¡Palabra que es verdad!)
          Según algunos historiadores, las tropas de Custer ofrecieron poca resistencia.
          Y, según los datos que he encontrado bebiendo en distintas fuentes (algunas de sabor asqueroso), la causa eficiente de ello fue que no vieron venir a los indios porque estaban soberanamente borrachos.       

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